En el título de este texto no hay posibilidad de
cambiar el orden de las palabras que lo componen, pues mis más lejanos y
remotos recuerdos precisamente comenzaron con pesadillas, que con el tiempo y
muy poco a poco, se atrevieron a alternar con sueños que, afortunadamente, cada
vez son más frecuentes.
Les hablaré entonces, en primer lugar, de lo más
alejado de este preciso momento… mi primera pesadilla.
Seguramente sea la más borrosa en mi memoria, pero
me esforzaré por intentar reflejarla lo más fielmente posible a mis
sentimientos y mi percepción hacia el mundo real y el mundo de los viajes del inconsciente.
Me encontraba sumergido en un tibio estado de
ingravidez. Un suave fluido envolvía entonces todo lo que pertenecía a mi
universo de claroscuros. No existía el tiempo, pero por momentos aquel mundo se
hacía más pequeño.
Comencé poco a poco a percibir. En principio era
como una lejana música, o un ritmo…
Parecía sincronizado conmigo o tal vez era una
especie de déjà vu, como un baile incrustado en la memoria de mis células el
cual me pareció conocido, hasta que pude diferenciar mi propia música o ritmo.
Vinieron después eléctricas caricias y la grandeza
del tacto. Pude palpar y ser palpado… corrientes, cables, conexiones… en mi
amniótica burbuja que disminuía por minutos. Preguntaron mis manos y pies si
podrían existir otros mundos, otros seres que alguna vez creí haber escuchado
llamándome. Alguna vez pude haber sentido quizás, intentando calmar mi soledad y mi
angustia, mi sed de conocimiento.
Recuerdo que incluso antes de sentir eso, ya había
podido ver algunas luces y sombras que se movían dentro y fuera de mi espacio.
Largos ratos de oscuridad y vacío fueron dando paso a más grandes ratos de luz
y de música. Ritmos vibrantes que en ocasiones me hacían bailar, en una especie
de trance compartido.
Cada hora era todo más divertido, llegué a entender
que realmente no estaba sólo, que no solo existía mi mundo, sino que éste,
debía estar conectado a otros mundos por esa especie de cables y conexiones que
flotaban conmigo y mis pensamientos y con los cuales jugaba a menudo.
También jugué con seres de otros mundos,
aunque no pude llegar a distinguir entonces, poco más adelante también
llegarían a ser parte de mi mundo. En realidad ya lo eran…
Estando en lo mejor del sueño, en aquella nube de
miel de sensaciones, fue cuando estalló lo peor de esta pesadilla. Debió
suceder como una violenta explosión que aunque no la pude escuchar, pude
sentir como mi mundo se vaciaba de golpe y me comprimía en él.
Sentí tanta presión y agobio que temí que fuera el
final de mi breve y grata existencia. Me escurría irremediablemente hacia un
espacio cada vez más estrecho y allí quedó encajada mi cabeza mientras se iba
deformando. No era capaz de asimilar la situación, hace tan sólo unos días era
tan feliz descubriendo mi alrededor, comunicándome y jugando fascinado con
imaginar cómo podrían ser los otros mundos, ¿cómo podrían ser aquellos seres
que desde fuera me animaban?
Ahora había un silencio ensordecedor, pensé que al
igual que mi mundo, también yo iba a estallar. Agotándose completamente mis
recursos y mis fuerzas, me abandoné hacia aquel trágico final sin oponer más
resistencia. Debió de ser en mis últimos suspiros cuando me sorprendió que, de
repente, todo cedió en un pequeño alivio, percatándome de que aún seguía vivo
pero, no estaba ya en mi conocido y tierno espacio, supongo que nunca llegaré a
entender como pude llegar a este nuevo mundo inundado de luz y estridente
música… Extraños seres me manipularon como si siempre les hubiera pertenecido.
Hacía tanto frío que no podía parar de temblar,
además… sólo podía escuchar un monótono y atroz sonido. No era música, era otra
cosa que había penetrado muy profundo en mí y comencé a llorar. Todo parecía
una terrible tortura, pero… ¿Por qué?...
Fue ese primer y sentido llanto precisamente lo que
expulsó por mis oídos aquel horroroso sonido. La luz era muy intensa, dolía y
no me permitía mantener abiertos los ojos.
¿Qué fuerzas se habían conjurado para provocarme
tanto dolor?
¿Qué malévolo y despreciable ser se atrevió a
infligirme tanto sufrimiento y el destierro irrevocable de mi cómoda y plácida
burbuja?
Ocurrió entonces lo más inesperado, escuché unos
sonidos que me eran familiares, eran las voces de aquellos seres que tanta
curiosidad me despertaron cuando todo era paz y calma en mi solitario mundo. Recordé una vez más la musicalidad de sus llamadas mientras volvía lentamente
la serenidad a mis sentidos y, tan despacio como mengua la luna, me fui durmiendo
para que después surgieran mis sueños.