martes, 17 de septiembre de 2019

De Pesadillas y Sueños.



En el título de este texto no hay posibilidad de cambiar el orden de las palabras que lo componen, pues mis más lejanos y remotos recuerdos precisamente comenzaron con pesadillas, que con el tiempo y muy poco a poco, se atrevieron a alternar con sueños que, afortunadamente, cada vez son más frecuentes.
Les hablaré entonces, en primer lugar, de lo más alejado de este preciso momento… mi primera pesadilla.

Seguramente sea la más borrosa en mi memoria, pero me esforzaré por intentar reflejarla lo más fielmente posible a mis sentimientos y mi percepción hacia el mundo real y el mundo de los viajes del inconsciente.

Me encontraba sumergido en un tibio estado de ingravidez. Un suave fluido envolvía entonces todo lo que pertenecía a mi universo de claroscuros. No existía el tiempo, pero por momentos aquel mundo se hacía más pequeño.
Comencé poco a poco a percibir. En principio era como una lejana música, o un ritmo…
Parecía sincronizado conmigo o tal vez era una especie de déjà vu, como un baile incrustado en la memoria de mis células el cual me pareció conocido, hasta que pude diferenciar mi propia música o ritmo.

Vinieron después eléctricas caricias y la grandeza del tacto. Pude palpar y ser palpado… corrientes, cables, conexiones… en mi amniótica burbuja que disminuía por minutos. Preguntaron mis manos y pies si podrían existir otros mundos, otros seres que alguna vez creí haber escuchado llamándome. Alguna vez pude haber sentido quizás, intentando calmar mi soledad y mi angustia, mi sed de conocimiento.

Recuerdo que incluso antes de sentir eso, ya había podido ver algunas luces y sombras que se movían dentro y fuera de mi espacio. Largos ratos de oscuridad y vacío fueron dando paso a más grandes ratos de luz y de música. Ritmos vibrantes que en ocasiones me hacían bailar, en una especie de trance compartido.

Cada hora era todo más divertido, llegué a entender que realmente no estaba sólo, que no solo existía mi mundo, sino que éste, debía estar conectado a otros mundos por esa especie de cables y conexiones que flotaban conmigo y mis pensamientos y con los cuales jugaba a menudo.

También jugué con seres de otros mundos, aunque no pude llegar a distinguir entonces, poco más adelante también llegarían a ser parte de mi mundo. En realidad ya lo eran…

Estando en lo mejor del sueño, en aquella nube de miel de sensaciones, fue cuando estalló lo peor de esta pesadilla. Debió suceder como una violenta explosión que aunque no la pude escuchar, pude sentir como mi mundo se vaciaba de golpe y me comprimía en él.
Sentí tanta presión y agobio que temí que fuera el final de mi breve y grata existencia. Me escurría irremediablemente hacia un espacio cada vez más estrecho y allí quedó encajada mi cabeza mientras se iba deformando. No era capaz de asimilar la situación, hace tan sólo unos días era tan feliz descubriendo mi alrededor, comunicándome y jugando fascinado con imaginar cómo podrían ser los otros mundos, ¿cómo podrían ser aquellos seres que desde fuera me animaban?

Ahora había un silencio ensordecedor, pensé que al igual que mi mundo, también yo iba a estallar. Agotándose completamente mis recursos y mis fuerzas, me abandoné hacia aquel trágico final sin oponer más resistencia. Debió de ser en mis últimos suspiros cuando me sorprendió que, de repente, todo cedió en un pequeño alivio, percatándome de que aún seguía vivo pero, no estaba ya en mi conocido y tierno espacio, supongo que nunca llegaré a entender como pude llegar a este nuevo mundo inundado de luz y estridente música… Extraños seres me manipularon como si siempre les hubiera pertenecido.

Hacía tanto frío que no podía parar de temblar, además… sólo podía escuchar un monótono y atroz sonido. No era música, era otra cosa que había penetrado muy profundo en mí y comencé a llorar. Todo parecía una terrible tortura, pero… ¿Por qué?...

Fue ese primer y sentido llanto precisamente lo que expulsó por mis oídos aquel horroroso sonido. La luz era muy intensa, dolía y no me permitía mantener abiertos los ojos.

¿Qué fuerzas se habían conjurado para provocarme tanto dolor?

¿Qué malévolo y despreciable ser se atrevió a infligirme tanto sufrimiento y el destierro irrevocable de mi cómoda y plácida burbuja?

Ocurrió entonces lo más inesperado, escuché unos sonidos que me eran familiares, eran las voces de aquellos seres que tanta curiosidad me despertaron cuando todo era paz y calma en mi solitario mundo. Recordé una vez más la musicalidad de sus llamadas mientras volvía lentamente la serenidad a mis sentidos y, tan despacio como mengua la luna, me fui durmiendo para que después surgieran mis sueños.

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